- IL CONVENTO DEI FUNEBRI -

La concepción de la muerte se presupone como algo que separa de la vida cuando en realidad, está totalmente ligada a ella desde el momento en el que nacemos. Se considera triste, lúgubre, una aflicción a perdida, pero también puede ser alegre y colorida. La única certeza es que moriremos sin saber jamás el como, el cuando o el porque de nuestra existencia en ese transcurso, el sentido lo marcarán las experiencias y la realización personal en busca de lo que consideremos felicidad.

El momento del óbito en toda su solemnidad, ha estado presente en todas y cada una de las civilizaciones o culturas existentes de nuestro planeta y su historia, sus formas son muy diversas y sorprendentes. En el siglo XVIII, en Occidente, los entierros se prohibieron dentro de recintos amurallados por lo que los cementerios, se construyeron desde entonces a las afueras de las ciudades.

En un bonito pueblo acariciado por el paso de un rio en una región montañosa entre colinas y barrancos, existe un convento a las afueras de su centro histórico anexionado a un cementerio donde vivían frailes menores dedicados al compasivo oficio de los honores funerarios. Construido en 1466 y ampliado en 1626, este santo lugar en ruina y totalmente vacío, alberga varias joyas de una manera pasada de enterramiento difíciles de creer cuando las tienes presente, la muerte aguarda.

Bienvenidos a Il Convento dei Funebri.  












No existe vez como la primera, una puerta semi abierta vislumbraba un claustro maltrecho donde dos carros fúnebres que ya no enterraban ni transportaban féretro alguno estaban anclados desde el cierre y abandono del santo lugar. 
El tiempo en ese instante se detuvo, momento único, irrepetible e inenarrable.








Como único animal que enterramos a sus congéneres depositándolos en lugares construidos para tal fin, los cementerios, según ordenanza de siglos pasados, están desde entonces provistos de tumbas, sepulcros, nichos o panteones proyectando una forma saludable para con las enfermedades que podía generar la propia muerte y como lugar de separación entre lo terrenal y la expiración. Pero, a su vez, generó una nueva forma de negocio para con la misma, el transporte a dichos lugares y su sepelio, siguen siendo hoy el negocio más lucrativo existente.

Dichos carruajes, tirados por caballos, denominados estufa y adornados en madera tallada y con cortinas aterciopeladas, nacerían de esa necesidad de movilidad en el s. XVI en Inglaterra por George Shilliber. Diferenciados por sus propios estilos o diseños según estatus, la cantidad de plumas de avestruz diferenciaban personas acaudalas o burguesas, tirado por caballos negros indicaban que el muerto era varón y tirado por blancos para mujeres u hombres solteros hasta que el primer vehículo funerario a motor apareció en 1907.






Vestigios de austera belleza, salvaguardando los preciosos carruajes, el claustro está hoy invadido por una vegetación salvaje que impide ver otras formas pero no sus frescos y estancias vacías. Las pinturas representan la vida de San Francisco, posee medallones de santos y beatos de la orden de los frailes que la poseyeron junto con escudos de familias nobles que desde antaño adornan sus paredes. 

Los siglos le otorgarían importancia o le denegaban la misma hasta la Unificación de Italia para llegado el XX ser hospicio de ancianos y posteriormente residencia. Ya en 1960, fue evacuado por inutilización viendo como sus jardines se convertirían en cementerio municipal sufriendo desde entonces derrumbes, dejadez y algún que otro fatídico terremoto. Hay muestras de obras de consolidación parciales y sin terminar con la intención de no perder su patrimonio pero el conjunto está tocado a la suerte que representa un futuro desplome.









Una puerta fechada en piedra de 1623 invitaba a cruzar un oscuro umbral que ascendía en forma de escalones a la primera planta y a las celdas de los frailes.




De forma cuadrada, sus largos pasillos estaban iluminados con una preciosa luz ambiental que advertían del peligro de un suelo abombado ante nuestro paso para toparnos con una biblioteca del lejano 1659, vacía pero algo adornada.




Desde esta planta, unas escaleras más amplias invitaban a bajar. Había una gran puerta de madera que bloqueaba el paso pero a la que le faltaba un tablón.

En el mismo momento de traspasarla, a nuestra izquierda y sin esperarlo, dos grandes estatuillas de sacerdotes a tamaño casi humano nos dieron un susto mortal. A la derecha y totalmente a oscuras, un pequeño pasadizo conducía a la gran iglesia, completamente apuntalada sin invitar a su contemplación.

De todos los años, visitas y experiencias en lugares abandonados y como escépticos pero respetuosos para con el  mundo paranormal, solo en la antesala de la sacristía todo nuestro equipo falló en el mismo punto. Ni con 2 cámaras ni 2 móviles fue posible eliminar el desenfoque que vimos a posteriori en la edición. ¿Alguien no quería que estuviésemos allí?.



          














"...SUENAN LAS CAMPANAS, SU TIMBRE ES HOY DISTINTO EN LA IGLESIA PRINCIPAL DEL PUEBLO. UNA VECINA, ANCIANA, HA FALLECIDO. 

COMO FRAILE, MI HÁBITO ES AUSTERO, SENCILLO, NEGRO POR DESCONTADO, AGUARDANDO EN LA ESCALINATA. MIS DOS CABALLOS BLANCOS SIENTEN LA MUERTE, YO LA ANGUSTIA DEL TRASLADO.

RITUAL DE SOLLOZOS, LÁGRIMAS Y TRISTEZA EN SU FORMA MÁS DIGNA Y HONORABLE. CAMINO AL CEMENTERIO, SOLO LA MUERTE ASUSTA SI LA VIDA FUE INCOMPLETA. DESCANSE EN PAZ.  ..."


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