- LA MASÍA BICENTENARIA -

Con algo más de 200 años y varias generaciones en su haber, las paredes de esta masía no solo podrían hablar de quien la habitó, también lo harían del paso histórico para con su región y devenir donde antaño labrar la tierra y cuidar del ganado eran la única forma de vida existente, hoy en peligro de extinción. 

Situada entre pinares, encinas y robles en mitad de montañas y sierras, su soledad orográfica la vio crecer entre ampliaciones, de una manera caótica y en ocasiones sin sentido para con una primera fecha que la sitúa en 1819 y la última en 1900. 

Tiempo que ha dejado nula información y pocos vestigios, más de una veintena de camas si permanecen para exaltar la imaginación, el sueño o la suposición de si aquí vivió una familia numerosa, rica y con sirvientes o si, era destinada en su etapa final a otros fines tales como casa de colonias o actividades, quien sabe. 

Sea como fuere, el lugar impresiona, bienvenidos a La Masía Bicentenaria.



 



Dos grandes ventanales de vidrieras coloreadas con cortinas blancas bordadas daban a unas vistas que se perdían en la inmensidad de un paisaje montañoso. Pasillo donde contemplar el paso del tiempo copa o café en mano, perfecto para la lectura de un libro o la escucha del piar de los pájaros, este comunicaba a ambos lados con dos habitaciones donde encontramos la primera cama de tantas.









De manera entrañable, un tanto nostálgica y completamente respetuosa, admirar el tiempo pasado en presente era un deleite. Esas camas adornadas con cortinas que acariciaba el viento, esos zapatitos, maletas, cuadros sin foto o incluso la ropa esparcida por los suelos resultaba único e irrepetible donde las palabras no llegan.










Desde los ventanales, un solo pasillo recorre esta primera parte de la casa con 4 habitaciones, un retrete, cocina y lavadero hasta un gran salón central pasando por un despacho que daban a una sala o comedor. Aquí, la cantidad de juguetes que habían por el suelo presagiaban la afluencia de multitud de niños.







Tocada de muerte estructuralmente, las grietas y el desprendimiento de los techos indicaban la delgada linea que la separan de la ruina. Aún con cierta grandeza, este salón central era el vínculo a las diferentes estancias de una masía que celebró la ultima de sus fiestas entre alegría y felicidad a modo de despedida por los banderines de diferentes países que colgaban entre sus extremos.

También aquí, es donde mejor se contempla el caos organizativo, en un lateral al final a la izquierda, una habitación matrimonial preciosa y llena de detalles.  




               






Para justo en frente, haber otra habitación matrimonial. Desconcertante.




Y si se quería rizar el rizo y en el mismo salón a la derecha, habían dos habitaciones más y a oscuras, una muy revuelta y la de los niños con su futbolín.





Del salón central se pasaba a otro ala donde y desde la retrospectiva de la visita se podía intuir que esta familia en sus distintas generaciones pudieron tal vez vivir conjuntamente, o no. Esta otra parte, como en la primera, disponía de todo lo indispensable para otra ramificación familiar, y es aquí donde surge la gran duda que confunde el conjunto por completo y el porqué estaba distribuido así el salón. 



Un recibidor daba a un comedor que sorprendía por la vajilla o el mobiliario que quedaba, comunicando una habitación impracticable suponiendo más camas.  










De ese pequeño recibidor, surgía un pasillo con su correspondiente cocina y un nuevo salón con una chimenea de dimensiones desproporcionadas para un nuevo descoloque. ¿Porqué dos salones en una misma ala?. ¿Porqué esas dimensiones?.




Todo distribuido en un primer piso, el descenso a la planta baja aguardaba una gran bodega, corrales de todas las dimensiones, utensilios de labranza, etc.




Anexionada a este conjunto datado a principios del XX, quedaba una última sorpresa y posiblemente la primera construcción original de 1819 y que junto con el resto de la masía, también disponía de todo lo imprescindible para otra familia o ser la destinada a los sirvientes por no estar en la misma zona de convivencia.





Y es por estas camas por la que se conoce este lugar, las mal nombradas voladoras











TESTIMONIO DEL TIEMPO PASADO, SOPORTAN TUS VIGAS MÁS DE 200 AÑOS PARA CON UN ESTILO DE VIDA QUE POCO A POCO AGONIZA. UNAS FORMAS QUE PROVINENEN DEL PROGRESO DE NUESTRA EXISTENCIA AL VELOZ CAMBIO DE LAS IMPERIOSAS NECESIDADES INSTANTANEAS. 
PARA MI FUE, ES Y SERÁ UN PLACER HABERME CRUZADO CONTIGO COMO UN RECUERDO A LA NOSTALGIA, UN RECUERDO AL NO OLVIDO.


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