- LA CASA DE LOS MURALES -

Allende la soledad impera entre barrancos, tierras de cultivo y serranías, el astro rey cae de justicia donde la sequedad dominante se convierte en polvo. Allende la soledad impera, una finca de carácter agrícola tendría su palacete veraniego destacando una calidad en sus murales impropia donde se la olvida.

 La historia la relaciona con el supuesto caciquismo de épocas pasadas, barones o marqueses, políticos u oligarcas especulando incluso con el medio que la rodea.

Museo del tiempo a la sinrazón del olvido: La Casa de los Murales.


  


                   


          






Celebrando la victoria del dios Baco como epicentro de todo el conjunto, los frescos representan fiestas populares, alegorías de épocas greco-romanas, estaciones o imágenes cristianas, todo un verdadero espectáculo de colores para el asombro.






Carente casi por completo de mobiliario, lo poco que permanecía hacía imaginar siempre una copa a mano donde la viticultura estaba representada en todas partes y bajo la dimensión de esta planta la principal razón de su existencia, la bodega.  

Las paredes también ilustraban cacerías, desembarcos o la cotidianeidad de épocas más victorianas mezclándose con la alegría que otorga el mosto líquido.






         

La entrada principal estaba decorada con frescos de estilo cubano donde la indumentaria a influenciado incluso la vestimenta de festividades locales.


               


Construida en 1868, su aspecto exterior no presagiaba el tesoro que escondía. La siguiente estancia era una extraña mezcla entre lo militar, el arte y lo divino.

                

               





               

De ángeles a diosas, de militares a caballeros, no había pared sin engalanar desde la entrada principal, su fantástico salón o la habitación anterior visitada daban con una especie de recibidor entre todas las habitaciones.






De lo medieval, romano y griego, al espectáculo del contraste de colores.







Otra perspectiva del recibidor y sus inmóviles protectores


               


Y la última de las habitaciones a admirar, angelical


                


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El calor omnipresente y agotador generaba en el exterior la canción más reconocible del verano, el inconfundible y machacón sonido de las cigarras. Pero no es sonido ni canto, los machos estridulan y cuando se percataron de nuestra presencia, se camuflaron y dejaron de sonar para escucharlos en otra onda.

Señales de alarma o intentos de comunicación son, eran y serán estos emisores protectores para con la coqueta capilla repleta de santos.
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Durante toda la visita me preguntaba quien era el autor de tales murales como también la variedad, tipo y estilos de vino que aquí se producían.

Contigua a la capilla, la bodega todavía ofrecía una imagen del proceder en la misma con sus tinas subterráneas para el proceso de fermentación junto con alguna barrica en buen estado y una prensa para los hollejos.

Del Land-Rover, poco se puede salvar. La casa tiene el mismo destino. 












MURALES QUE ENVUELVEN TODO EL CONJUNTO POR DOQUIER EN FORMA DESIGUAL Y ABRUMADORA EN CALIDAD SIN UN CONTEXTO HISTÓRICO Y PERPLEJO, EL CAOS CREA LA MÁS MARAVILLOSA DE LAS OBRAS.

 SOLO EL TIEMPO DICTAMINARÁ SU LONGEVIDAD, 
AQUELLA QUE EL HOMBRE, YA HA DECIDIDO OLVIDAR.


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