- EL PALACIO DE LA DESDICHA -

 

Un palacio en la pedanía entre dos pueblos simboliza el auge y la caída misma. La suerte de su propósito le fue adverso con la ayuda de los excesos, caprichos y derroches de unos condes que lo perdieron todo al despropósito de la sinrazón.

 Estos, a finales del siglo XIX y con la ayuda de su fortuna, crearían una colonia industrial agrícola a imagen y semejanza de las textiles catalanas con todo tipo de edificios y usos que iban desde un coqueto teatro, una oficina de correos, fabricas, viviendas, economato, casino y hasta incluso una estación de ferrocarril propia.

Los inicios fueron prometedores, todo era trabajo y prosperidad mientras los condes vivían entre los lujos de la época en un palacio digno a su obra.


Pero la suerte cambió a inicios de la Guerra Civil española para con esta zona republicana. Sufrió los excesos represivos representados en forma violenta y mortandad creando despoblación y lenta decadencia. Lo que alguna vez fue dejó de serlo, como si de un sueño efímero pareciera y jamás hubiera acaecido.

Olvidado y decadente, presa de leyendas y habladurías de la última condesa que moró en palacio, hoy resulta evidente que todo fue una desdicha, un capricho del destino o el tiempo donde su palacio fue el testigo directo de la misma.

Bienvenidos a un palacio e historia únicas, el Palacio de la Desdicha.








De estilo modernista industrial de la época, el palacio contaba con 12 habitaciones, despacho, biblioteca y patio central interior con una maravillosa balconada magnificado por un exterior ajardinado con fuentes y esculturas de tipo clásico.

Este salón fue el escenario de fiestas inolvidables y ruinas irremediables, la creación de mitos o fábulas que se convirtieron en leyenda o pura invención donde la última de las condesas sería la mejor de las anfitrionas a todos los niveles.










Dice la leyenda que este lugar se levantó sobre un cementerio andalusí, que la noble familia no procuraba descendencia y que una bruja vino de lejos para con una pócima mágica engendrar a un bebé que se llamaría María, la condesa.

La niña no fue lo esperado para tal clase, los años vislumbraron fealdad, arrogancia, grosería, todo pendencia y jugadora empedernida, el demonio mismo. Los condes, temerosos de que jamás fuera desposada, ofrecieron una cuantía mensual para quien se casase con ella y al anuncio acudió un joven empresario que anhelaba hacer fortuna a pesar de las nupcias y sus grandes defectos.

La historia sobrevuela el lugar mientras caminamos por sus dependencias.







Columnas y puertas doradas, ornamentadas 
con florituras y embellecidas de imágenes en relieve. 
Ventanas decorativas y azulejos propios de su región,
 son solo algunos de los maravillosos detalles de lo poco
 que nuestro vació palacio luce en su presentación.










Mientras subimos al primer piso, prosigamos con la leyenda.

El recién casado, asociándose a otro conde, formaría una sociedad autosuficiente que generaría más dinero y éxito si cabe. La condesa y esposa, entre sus innumerables caprichos y banales necesidades, minarían esa relación y la suya propia para con una separación irremediable y la disolución de la Sociedad.

Los rumores indicaban que el socio era el amante de la condesa, tan ciertos como que de esta salió un segundo matrimonio que tendría los días contados. Adaptando sus mismos vicios como vividor, jugador, bebedor y mujeriego, él no la soportaba en absoluto y en un arrebato de cordura se marchó siendo Barcelona su destino. En ausencia de este, ella se gastaría su fortuna y la de él convirtiendo el palacio en un burdel de fiestas desenfrenadas donde sexo, juego y alcohol eran la panacea.

En este silencio y rumor de las cigarras en verano es difícil imaginar la escena.










Una algarabía subiendo o bajando, alguien que brinda desde la balconada, estancias de humo con sabor a whisky y habitaciones acaloradas de humanidad vienen a recuperar mi imaginación mental e introducirme a esa locura de fiesta.

 Los rumores de lo que aquí sucedía tenían tal calado que llegarían a oídos del fugitivo cuerdo. Este, decidido a volver y poner orden a ese descontrol, acabó sucumbiendo a los encantadores vicios del momento mientras la condesa le incitaba a beber y apostar una fortuna que perdería en favor de la arpía. La noche no cesaría y la embriaguez tampoco, ya no había freno para evitar tal descarrío.

En los primeros rayos de sol, en una pequeña fuente frente a la entrada principal y a escasos metros, se dibujaba sumergido el cadáver del perdedor con medio cuerpo bajo el agua desde la cabeza a la cintura, la traición a si mismo lo llevó al suicidio. 





Y de repente se hizo el silencio, se acabó la fiesta.




El alcohol, el vicio y la desdicha mataron a un sensato. 
Pero la historia, si debía retorcerse un poco más, si es que ya no lo estaba, tenía que acabar narrando que la estrategia estaba pensada entre la adorable condesa y su primer marido en un intento de recuperar sus economías fuera cual fuese el precio, incluido la muerte.

¿Quien ganó?. ¿Quien perdió?. María, la condesa, perdería todo tras hipotecar sus propiedades a sus vicios y fue vista por ultima vez pidiendo en el metro de Madrid.

Una ducha caliente no calma el alma, una fría tampoco revive un muerto.
Este palacio y su desdichada colonia seguirán por muchos años en este estado, 
y es que lo que no arregla el dinero, siempre lo acaba dividiendo.













NO SE RECUERDA NI EL NOMBRE QUE TENÍA, NI QUE POSEÍA.
SOLO SE SABE QUE PASÓ POR ESTE MUNDO TAL PALOMA VOLANDO.

SE OLVIDA SIN QUERER, LENTAMENTE, COMO TODO EN LA VIDA.


2 comentarios:

  1. Ella era muy mala, sí, lo condujo a la perdición (bostezo). Repasa el texto.

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    1. Ignoro su maldad, su vida, con todo el respeto del mundo no es ni siquiera juzgarla. Repasando el texto creo que no se me olvidó mencionar que era una "leyenda"

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