- TORRE HERMINIA -

El día se asemeja estival, el sol aturde los sentidos.

El incesante chirriar de las cigarras relaja nuestros pasos,

   movimientos pausados al estado de embriaguez sobria

de vivir en calma y armonía con lo que nos rodea.

 

El orden de las cosas son las que son y están como están,

la torre se nos presenta inesperadamente, totalmente desconocida.

Al observarla, reflexionamos sobre el pensamiento de que

el tiempo hace y deshace lo que logra hacer,

la naturaleza, solo lo cubre, protege y esconde.

 

Ninguno de estos elementos, impedirá sumergirnos en su desvelo.

Desconocido completamente el porque de su abandono,

esta casa con aires modernistas se construyó en los años 20,

perteneciente a una señora llamada Herminia.

La mandó construir su hijo para ella como casa de veraneo.

Este, gran deportista de su época, practicaba hockey y remo, 

pero fue como dirigente deportivo donde se labró carrera. 

Presidió federaciones de diferentes ámbitos deportivos

e incluso organizó grandes premios de automovilismo

y torneos tenísticos en su ciudad natal, 

era un grandísimo impulsor del deporte.

 

 Hoy nuestros pasos, nos llevan a apreciar a simple vista

 su refinado gusto y admiración por lo estético.

 Se vislumbran por arcos sostenidos en bellas columnas,

ornamentaciones florales en el exterior, ventanas

de diferentes formas y tamaños verdosamente desteñidas,

una grande y amplia zona ajardinada con su balconada.

En conjunto, nos resulta realmente preciosa.

Lamentablemente, también desoladora.

 

El corazón se encoje al paso destructivo del tiempo

sin encontrar razón alguna para tanto castigo.

 

A pesar de que la escalera ya no lleve a ninguna parte,

a pesar de pisar sobre tres pisos de restos excrementados,

a pesar de su estado completamente devastado y decaído,

 son ciertos detalles los que presagian que un día fue preciosa.

 

No queremos verla tal cual esta, porque realmente no fue así.

Apreciamos la presencia de un altavoz, desconociendo si

era de un gramófono o de cualquier otro equipo musical 

e imaginamos esta casa invadida por maravillosas notas 

de music-hall, acompañadas por la inconfundible voz de 

Édith Piaf o Jacques Brel, en un tiempo que no es este.

Y es entonces, cuando los pasos se convierten en baile y

la señora danza ante la mirada avergonzada del hijo.

Soñar es gratis, pero solo debes escuchar la música e imaginar. 

 

 

La canción termina, nuestra visita también.

Miramos atrás con la sensación de habernos perdido un tesoro,

de que llegamos tarde para ver completamente su grandeza.

De conocer tristemente que esta torre ya no es de nadie.

 

Se clamó por su adquisición para darle esa vida que merecía.

Convertirla en hotel, restaurante o que volviera a ser

una preciosa casa para alguien.

 

En vano, solo lo reclama y protegen las palomas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 ES EN MOMENTOS COMO ESTE, 

CON LA PROFUNDA TRISTEZA O ALEGRIA

DE HABER CONOCIDO ESTA TORRE,  

EN LA QUE QUISIERAMOS REGRESAR AL PASADO

Y VER REALMENTE COMO ERA.

PERO SEGURAMENTE, EN UN FUTURO,

QUERREMOS REGRESAR MÁS VECES A ESTE PRESENTE.